La técnica del instrumento y la improvisación se alimentan la una a la otra: necesitamos tener habilidades técnicas para poder expresarnos creativamente y al mismo tiempo cuando improvisamos ponemos en práctica y consolidamos nuestras habilidades técnicas.
Crear música desde la imaginación es muy gratificante y motivador. Cuando improvisamos, la técnica toma relevancia y se vuelve necesaria para nosotros, ya que nos permite expresar nuestras ideas con más claridad. Además, mientras improvisamos nos ponemos en situaciones nuevas e inesperadas que nos permiten poner en práctica nuestras habilidades técnicas y así consolidarlas. Así mismo lo explica la profesora de composición Maud Hickey en su libro Outside the Lines: "Componer de una forma auténtica, la que está inspirada en la propia voz y la propia imaginación, lleva a los estudiantes a querer aprender más técnica para poder crear lo que desean."
Aunque la técnica nos ayuda a expresarnos, cuando improvisamos nos tenemos que olvidar de ella. Para improvisar de verdad y crear desde nuestra imaginación tenemos que ser capaces de lanzarnos al vacío, renunciar a nuestro ego, olvidar el ahora y el aquí. No debemos dejar que lo que los dedos aprenden mecánicamente defina el producto de nuestra creatividad. Tal como dice el violinista Stephen Nachmanovitch en su libro Free Play, "para hacer cualquier cosa artísticamente necesitas adquirir técnica, pero tienes que crear a través de la técnica y no desde ella." Como él indica, la técnica es el medio y no el fin.
Por otro lado, a cada nivel de nuestro desarrollo podemos ser creativos y expresarnos musicalmente con las herramientas que ya dominamos. No tenemos que permitir que nuestras limitaciones técnicas sean una excusa para no ser creativos, sino que tenemos que sentirnos seguros de nosotros mismos y tocar sin miedo en cada momento de nuestro camino. Por más “lejos” que lleguemos en la música, siempre habrá más cosas por descubrir y dominar. No existe ningún límite en nuestro desarrollo musical. Por eso en cada momento, desde ya mismo, tenemos que disfrutar de cada nota que toquemos sin complejos.
Si incluyes actividades creativas en tu práctica musical, verás como esto te motiva a estudiar técnica para dominar tu instrumento. Cuanto más goces de tus momentos de libertad y creatividad, más gozarás de estudiar técnica. Cuando estamos centrados y tenemos un propósito, estudiar técnica no es un sacrificio sino un placer. De la misma forma, cuanto más técnica estudies, más disfrutarás de improvisar porque la belleza de tu propio sonido te inspirará.
En definitiva, la técnica hace posible la creación, y la creatividad le da a la técnica su propósito. Por eso, sea cual sea el nivel de habilidad de un músico, es necesario mantener un equilibrio entre las dos actividades de técnica e improvisación y así aprovechar el círculo virtuoso que generan entre ellas.